El día del homenaje a
D.J María Aso yo no pude asistir, por eso mi amigo J.Mariano Seral, gran escritor y
estusiasta de su tierra y sus gentes, ha tenido la delicadeza de darme una copia
de lo que ese día fue el acto celebrado en honor a D.J María y que él
describió tan bien.
ALGUNAS PERSONAS BUENAS: DON JOSÉ MARÍA ASO
Corría el año 1975 cuando don José María vino por estas
tierras, aunque ya había tomado algún primer contacto con la zona siendo párroco
de Santa Eulalia, anteriormente había estado en Anzánigo, Grañen , Sariñena
entre otros.
Pronto fue conociendo a sus feligreses, ganándose su afecto
y cariño, al igual que el buen pastor cuida de su rebaño llevándolo por verdes
veredas, don José María velaba por sus gentes. El que escribe estos vocablos en
mis primeros años de monaguillo, le recuerdo como aquellos profesores que se
ganaban el respeto del alumnado por su sabiduría, por su buena didáctica, sin
la necesidad de levantar el tono voz, ni recurrir a ningún tipo de acción
punitiva para imponerse.
Siempre preocupado por sus gentes, por los niños que
representan el futuro, la mano que regirá más adelante y tendrán la oportunidad
de mejorar esta sociedad en constante evolución, preocupado por los ancianos
con sus inquietudes, sus historias, siempre a lado de los enfermos.
Participando con el pueblo, uniéndose con él en las fiestas, meriendas,
matacías, excursiones, etc. También tendiendo su mano al que le pide ayuda,
siempre una palabra de aliento en los momentos difíciles, en los momentos de
dolor. Conocedor de los problemas del sector agropecuario: si este año habrá
buena siega o no, si las blancas flores de los almendros se helarán o no, con
sus rogativas en los años de sequía pidiendo que las aguas sacien la sed de los
campos, con sus bendiciones de los términos pidiendo que las espigas se tornen
doradas, que los olivos den aceitunas en abundancia, que las vides den buen
vino, que la tierras den fruto. Viendo con añoranza como los vecinos se marchaban
en busca de una vida mejor en las ciudades, sumiendo a los pueblos en el
silencio, privándolos del bullicio del gentío.
Vivimos en una sociedad en la cual todo se hace deprisa, en
ocasiones es una sociedad agresiva, injusta, en la que se pierden los valores
humanos, pero de vez en cuando en medio de la oscuridad una luz brilla en el
horizonte, te encuentras con personas, humildes, buenas, personas rectas,
justas, bondadosas, como es don José María, su diáfana mirada engalanada por el
esbozo de una sonrisa lo dice todo, basta con escuchar sus palabras llenas de
contenido, transmitiéndonos reglas tan sencillas como saber diferenciar lo que
está bien de lo que está mal, ese camino del bien siempre más duro, cuesta
arriba, tortuoso, de firme irregular y a pesar del esfuerzo que supone
recorrerlo no siempre se obtiene recompensa, pero es el camino a seguir.
Su constante preocupación por nuestras Iglesias y Ermitas,
tirando del carro para que cada sillar permanezca en su posición, su inquietud
porque se siga escuchando el tañido festivo de las campanas, su inquietud
porque se siga escuchando un cántico nuevo en su interior, su inquietud porque
se siga orando en su interior, su inquietud por mantener tradiciones como las
romerías, exhortando a sus vecinos para sacar del silencio y soledad a las
ermitas, como fue el caso de la de San Pedro.
Como no reseñar iniciativas tan loables como la hoja
parroquial, de agrado de sus feligreses por su carácter local: “Albor”, su
significado lo dice todo: Comienzo de una cosa, blancura perfecta.
Persona polifacética, de un gran bagaje cultural, de gran
capacidad de trabajo, con una gran vocación por la música. En su extenso
curriculum figura entre otros: Profesor, director de la coral de Santo Domingo,
de la rondalla de Ayerbe, en la compañía podemos escuchar sus acordes, director
de la residencia Sacerdotal, su gran labor en el hospital Sagrado Corazón de
Jesús, de vez en cuando podemos leer su nombre en prensa como capellán de la
sociedad deportiva Huesca.
Cada domingo y demás días festivos recorre nuestros pueblos,
en el gélido invierno, en la floreciente primavera, en el tórrido verano, en el
dorado otoño, siempre está allí puntual a su cita.
Hoy es un día de alegría, de reencuentro, en la tez de tus
feligreses se esboza una sonrisa, queremos expresarte nuestro más sincero
agradecimiento:
Gracias por tener la mano tendida, gracias por tener la puerta siempre
abierta, gracias por tus palabras de aliento, gracias por recordarnos el camino
del bien, gracias por recordarnos que debemos cuidar nuestras iglesias y
ermitas, gracias por tus palabras llenas de contenidos, llenas de valores,
gracias por preocuparte de nosotros estos 35 años, Gracias don José María.
Escrito de: J.Mariano Seral.
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Fotografia de J.Mariano Seral Escario. |
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Fotografia de J.Mariano Seral Escario. |
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