La variedad de las vegetación suele estar relacionada con el
clima de la zona lo cual determina a su vez la aparición o conservación de determinadas especies de
animales.
Es una zona con doble influencia, tanto mediterránea como
continental, enmarcada por relieves muy
accidentados que junto con ríos y barrancos han dado lugar a distintos sistemas.
En la zona seca existen matorrales y árboles y algunos
bosques de pinos, enebros, etc. Además de las masas forestales existen plantas
y flores que crecen entre las rocas y en las zonas cerca de la sierra.
Algunas zonas de quejigales han sido afectadas por acciones
del hombre y han proliferado zonas de pinos del propio royo de la zona o de
repoblaciones de pino alóctono, el laricio de Austria.
En los años 50 la repoblación respondía a exigencias de la
industria de la madera y a protección de la vida de los embalses ante los
sedimentos de erosiones. Existe una amplia zona de repoblación de pino royo y
laricios entre Vadiello y Santa Eulalia la Mayor tras la destrucción de
quejigales y carrascales. En umbrías superiores existen pinos silvestres con
arbustos densos de boj, acebo, madreselva, etc. En el vértice de Guara hay
bosquetes de pino negro que colonizan gleras y cantiles.
Existen zonas no extensas de hayas y abetos.
En las zonas al sur y en terrenos no dominados por cultivos
de secano existen carrascales como en el saso de Loporzano con especies como el
boj, la rubia, el aligustre, etc. Hay matorrales de romero, tomillo y aliaga.
En San Julián de Banzo existen coscojares, sabinares y enebrales. En
las orillas del pantano de Vadiello, tamarices, aneas, carrizos, etc.
En el municipio de Loporzano y debido a su gran
extensión, hay una gran variedad floral, en algunos casos de inusitada belleza,
ya no sólo en la sierra y sus zonas próximas, sino en espacios más sureños de
menor cota. Para disfrutarlas, simplemente basta el pausado andar por los
antiguos caminos, sendas y vericuetos, apercibiéndonos de su variedad tanto en
especies como en cromatismo.
Capítulo aparte merece ser mencionado el interés y
esmero de las mujeres de nuestros pueblos, por la variación de jardincillos de
diverso tamaño junto a sus casas y por supuesto la variedad de maceteros con
que adornan portadas, balconadas y ventanales.
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