LOS ULTIMOS ERMITAÑOS DEL VIÑEDO
Los ermitaños tenían la obligación de permanecer al
cuidado de la ermita, manteniéndola limpia y bien cuidada en todos los
aspectos. Vivían de la caridad de los vecinos de la zona y salían a recorrer
tres veces al año, todos los lugares del Abadiado con ocasión de la recolección
de las cosechas de trigo y/o cebada, uva y olivas. En cada época era entregada
por los vecinos una pequeña cantidad de las respectivas cosechas para el
sustento del ermitaño y su familia.
En la fiesta de cada pueblo, el ermitaño pasaba a
pedir la limosna por las diferentes casas y cuando entraba en una, decía: ¡¡Limosna
para la Virgen del Viñedo!! Ponían la bandeja en una mesa y se
apartaban con mucha humildad detrás de las personas de la casa. Cuando la
limosna de todos era depositada, la recogía dando las gracias y se marchaba a visitar
las otras casas del pueblo.
Antes de la Guerra Civil de 1.936, fue ermitaño D.
Francisco Lafuente, natural de Abiego y después también D. Víctor Sesé Alfaro,
quien vivió en la ermita con su esposa y sus tres hijos. Más tarde fue D.
Salvador Bonafonte, quien permaneció en el cargo durante seis años,
sucediéndole D. Pablo Sesé Inglada, esposo de Dª. Consuelo Miranda, que en
estos momentos sigue regentando el cargo de ermitaña de la Virgen del Viñedo.
Consuelo y su marido Pablo se trasladaron a vivir y hacerse cargo de la ermita,
en el año 1.953 aun cuando no disponían de luz eléctrica ni de agua corriente.
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