lunes, 10 de junio de 2013

FUENTE DE LA QUEVA-EN SASA DEL ABADIADO


Este manantial se encuentra en el término de Sasa, pero aun perteneciente a este lugar, en tiempos pasados era visitada por los vecinos de los pueblos de alrededor y muy apreciada por todos.

Esta fuente siempre ha manado, aunque escasa, en tiempos de sequía. En cambio en años lluviosos aumentaba mucho su caudal y al juntarse con el agua del barranco, no dejaron de regar los predios de su entorno. Los huertos, de excelente tierra, e irrigados por un agua que nunca faltaba, las cosechas de patatas, judías y demás hortalizas eran abundantes y de gran calidad.

Tanta agua llegaba a haber, que se llenaban dos balsas que también servían para que las mujeres de Sasa, fuesen a hacer la colada, puesto que tampoco tenían otro lugar más apropiado. En Sasa no llegó haber un lavadero hasta los principios del S.XX.

En estos momentos, desde el saso, fijas la mirada en el punto donde está la fuente y te parece mentira que hasta ese lugar fueran las mujeres cargadas con los baldes llenos de ropa a faenar en esas balsas, máxime contando además que el camino es largo y en costera. Por ello no es de extrañar que la mujer que no disponía de una mula para cargarla con la ropa mojada, se quedase allí a pasar toda la jornada, tendiendo la ropa por encima de los buchos y carrascas  para que así se fuera secando hasta la hora de volver a casa.

No solamente se usaba la fuente para estas faenas, sino  que el lugar era muy apreciado por todos como lugar de ocio, e incluso a merendar con los niños porque se decía que el agua de la fuente abría el apetito. Ni qué decir tiene que su “estratégica” ubicación era aprovechada para reunirse mozas y mozos a festejar y hacer buenas meriendas con buena chulla y mejor vino.

Lamentablemente en estos momentos no se puede llegar a ella, si no eres un jabalí, pues las zarzas,  coscojas y demás vegetación lo cubren todo. Es una pena ver perder estos lugares que durante tantísimos años han visto discurrir a infinidad de personas en multitud de conversaciones, risas y algún que otro llanto. Pero eso sí, lo que no se ha perdido es el murmullo del agua que siempre ha habido y lo hay, en la fuente de la Queva.




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