lunes, 24 de junio de 2013

EL ARTE DE FORJAR HIERRO



“Fuego y hierro, unidos van”

 
 
Cuando el fuego en la fragua se encienda, alegres chispitas hará. Y animado por el aire del manchón, altas llamas alcanzará.
 El metal entre las brasas se meterá y un color cereza podremos admirar.
 Ya está preparado para pasar al yunque y a puro de golpe de martillo se moldeaba,  la obra que el artista había  pensado realizar.


  
¿Es uno de los oficios más antiguos del mundo?

Cuatro generaciones en la familia Tisner mantienen la profesión y el arte de forjar el hierro, porque ya no solo es un oficio para vivir, sino que es un arte y que en algún caso como este, enorgullece pensar que ha pasado de padres a hijos, el noble oficio de dar forma y moldear el hierro. En tiempos pasados todos los oficios eran duros pero creo que el de herrero era más, al tener que trabajar con un material tan duro y moldearlo  a puro golpe de muñeca. Tenía que ser  muy duro, puesto que antaño no disponían de herramientas y máquinas como de las que disponen hoy día.


Hace bastantes años, los herreros compraban kilos de hierro para luego hacer sus propias herramientas con las que pasaban a realizar los muchos encargos que les eran solicitados. Pero lo que sí es cierto es que desempeñaban una gran labor, puesto que en los distintos lugares había muchas caballerías para herrar, carros y aperos que reparar, jadas que luziar y un sinfín de obras menores y aun mayores, como lo atestiguan esas artesanales puertas, verjas, balcones, etc. que afortunadamente nos es dado todavía contemplar en la capital y en muchos de nuestros pueblos.

 

En la mayoría de ocasiones, su trabajo era remunerado en especie (trigo, aceite, vino etc.). María Jesús me cuenta que su abuelo y su bisabuelo tenían una sencilla vivienda encima de la herrería y más tarde, cuando su padre se casó, abandonó la casa de la herrería para trasladarse a un nuevo domicilio, pero siguió siendo el herrero de Aguas hasta  1.966. En todo este tiempo por la herrería de D. Fernando Tisner Urriens pasaron unos cuantos aprendices, los hermanos carreteros de Labata, Antonio Naya de Panzano, Antonio Consejo de Bandaliés, José Vidal de Loporzano, José Mª  Mateo de Aguas, Antonio y Manolo Tisner hijos, y entre medio de sus dos hijos, lo fue su hija Mª Jesús por un corto tiempo ya que sin ayudante no podía hacer solo el trabajo. Si lo paras a pensar, te dices que no puede ser que una mujer pueda hacer tan duro trabajo y menos una jovencita, pero en esos días D. Fernando no tenía a nadie para que le ayudase, así que era Mª Jesús la encargada de encender la fragua, de mover el manchón y en algunos casos coger el mallo de cinco kilos para mallar el hierro con su padre. El lenguaje de un herrero es a puro de golpes en el yunque y de este modo se entendía con su aprendiz. Los golpes eran certeros y acompasados y cuando se terminaba de moldear el hierro, se hacía un repetido repiqueteo  sobre el yunque significando con ello que la faena ya había terminado.


Destacar por último que en estos momentos la cuarta generación de herreros Tisner está en Huesca. Ánimo  y a ver si sigue la quinta en ese audaz arte de doblegar la resistencia que ofrece el hierro. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario