sábado, 29 de junio de 2013

FUENTE DE LA QUEVA (CON CAMINO)







“TRABAJAR DURAMENTE Y ALMORZAR ALEGREMENTE” 



Eso es lo que se suele hacer y así fue como pasé el día con los vecinos de Sasa. Muchas veces he intentado llegar a la fuente de la Queva  y otras dos estuve con unos amigos peleando con la maleza para llegar a ella, aunque solo conseguí ver restos de la fuente.   
Y después de 15 años, ahora puedo decir que sí he visto la fuente, puesto que he tenido la suerte de ver el lugar mejor y más claro, no como en sus mejores momentos, pero por lo menos he podido llegar hasta ella puesto que el camino ya está limpio y la fuente casi. Espero que la ilusión que todos tenemos de ver salir el agua por ese caño, que un día sació la sed a toda la gente que a ella se acercó, no quede en el olvido y con una pequeña ayuda que pudiera recibirse,  podamos verla otra vez como lo fue originalmente y disfrutar de ese singular rincón, que un día sirvió para pasar ratos alegres amenizados con su fresca agua.  
 La limpieza del camino fue larga, ya que se llegó a tal punto, que la maleza en general y las zarzas en particular, superaban en algunos tramos más de dos metros de altura. Nos habíamos hecho la idea de almorzar en la mesa de la fuente, pero entre el calor y a la vista de lo enmarañado que estaba el terreno, decidimos almorzar antes, pues con buen trago y mejor chulla parece que se trabaja mejor, considerando de paso que en todos los trabajos, un rato de descanso viene muy bien puesto que además todos estábamos con ganas de disfrutar del día y en el que para nada faltó el buen humor. 
Durante el almuerzo, me contaron algunos juegos que hacían, historietas de sus tiempos jóvenes y que al recordarlas no parábamos de reír. Recuerdos sencillos, pero que en su día fueron vivencias que día a día practicaron y lógicamente tenían su importancia entre las gentes.   
Me dieron a probar chulla del espaldar, nada menos del tocinico que Isabel y Félix habían criado. Vaya como estaba de bueno. Para nada pensé que pudiese estar tan sabroso, pues el espaldar es la paletilla que en cualquier supermercado  adquirimos, pero si soy sincera tengo que manifestar, que de ninguna manera sabe igual. 
 La fuente de la Queva, en otra ocasión, ya decía que estaba en terreno perteneciente al término de  Sasa y ahora quiero explicar cómo era ese rinconcico tan apreciado por todos. Hace tiempo se construyó un pequeño refugio aprovechando una gran piedra como pared y haciendo las tres restantes con argamasa y piedra de arenisca con un tejado de cañizos y tejas. Dos de sus paredes albergan pequeñas cavidades en forma de capillas, una para poner el botijo de agua y la otra el almuerzo, para que de este modo no los alcancen los animales. Dentro de este habitáculo hay una mesa y unos bancos hechos de piedra, disponiendo en el suelo de una pequeña pila con el caño del agua que ya venía canalizada metros atrás y salvando de paso, que el líquido fuera a sus anchas por todo el terreno. En la pila hay un desagüe que va a las balsas donde se lavaba la ropa, aprovechándose además para regar los huertos. En estos momentos el agua  no sale por el caño, al hallarse cegado por desprendimientos y el manantial se ha buscado otra salida. 
Al ser éste un año de lluvias abundantes, puede apreciarse un buen caudal al pie de un  magano de tierra. Siendo yo la más sedienta y la más atrevida, me arrodillé y eché unos buenos tragos de esa afamada agua a la que tantas propiedades se le atribuía.   
Con ilusión nos despedimos  del lugar y con inequívocas  ganas de volver a retomar la faena. Independientemente del almuerzo, el suave murmullo de la fuente de la Queva nos va a seguir llamando para dejar rematada una obra  que no debió perderse en el tiempo.     

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