martes, 4 de junio de 2013

SANTA AGUEDA-CASTILSABÁS




La fiesta de Santa Águeda en Castilsabás, se siguió celebrando muy pocos años después de la guerra civil de 1.936. Lógicamente aquellos tiempos fueron muy difíciles y después de todo lo pasado no había ganas de fiestas. Igualmente influyó mucho el hecho de que el pueblo fuera  quedándose vacío de mozas  y mozos puesto que muchos de ellos tuvieron que marchar a otros lugares en busca de mejor sustento. 


La fiesta comenzaba bandeando las campanas desde primera hora de la mañana por las mujeres del pueblo, turnándose de dos en dos cada hora. A continuación se decía misa  en la iglesia parroquial  de Castilsabás, ya que aun estaba en buenas condiciones para el culto.


También era costumbre hacer el juego de “la olleta”, para lo cual se reunían todas las mujeres  formando un círculo, pasándose la olleta de una a otra, hasta que alguna se la dejaba caer y al romperse todas se reían.

Las olletas eran viejas o con defectos y se guardaban en cada casa las que se iban deteriorando durante el año.  En algún caso podía ser que la pieza estuviese buena, pero al romperse finalizaba el juego, ya que no había tanta abundancia como para repetir el juego rompiendo más olletas.



Todas las mujeres juntas preparaban la cena para los hombres y después de cenar hacían el baile, siendo tradición ese día el que las mujeres sacasen a bailar a los hombres.

La cena y el baile se podía hacer en cualquier casa, porque los vecinos eran bien avenidos y no les importaba prestar su casa por esa noche. Unas de las más utilizadas fueron las de Tomás Vallés,  Ordás y Martín Vallés. En esta fiesta no daba para contratar músicos y cualquier vecino que tuviese una guitarra, era bien recibido para que animara la noche. Tras el bailoteo, las mujeres preparaban una gran chocolatada para recuperar fuerzas, siendo que el chocolate en algún caso no era comido, sino usado para pintarse la cara de unos a otros y así terminar riéndose al verse tan sucios.

En aquellos tiempos y aunque se dejara de celebrar Santa Águeda, no por ello decayó para nada  la alegría y  ganas de disfrutar -y aun de olvidar- de las gentes de Castilsabás, puesto que no disponían de variadas diversiones y siempre que podían celebraban baile, máxime desde que dispusieron de una gramola que facilitó D. Pablo Sesé. En esos años D. Pablo se hallaba cumpliendo el servicio militar en Barcelona. En su regreso de permiso al pueblo  y con manifiesta ilusión por alegrar a sus vecinos, antes del retorno y con su amigo Jesús Cabrero, fueron a comprar la bonita gramola. Significó todo un lujo para los jóvenes y no tan jóvenes de  Castilsabás, ya que así podían hacer baile con música variada todos los domingos, con esos discos que ahora son tenidos como pieza museística. Ni qué decir tiene que fue utilizada durante mucho tiempo y en diferentes festejos, logrando hacer la vida un tanto más agradable a aquellas esforzadas gentes de mediados del pasado siglo.

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